EL BARÓN RAMPANTE, DE ÍTALO CALVINO: LA EXTRAORDINARIA DETERMINACIÓN DE SER UNO MISMO

10 de enero de 2014

 

No cabe duda de que, si el Hombre fuese su propio creador, entonces le correspondería proyectar su Ser y el sentido de su existencia. Pero el ser humano no es su hacedor: viene a la existencia con una identidad ya dada y con una naturaleza determinada, que en virtud de su propia estructura y finalidad debe desarrollarse conforme a las posibilidades y al orden que le son inherentes. No es difícil comprender, así, que la autenticidad forma parte de la ley natural, que es universal e inmutable: ella es el supuesto de la veracidad -y siguiéndola, el Hombre actúa y se desarrolla conforme a su Ser y a la dignidad de persona que le corresponde como criatura racional. Para profundizar un poco sobre esta reflexión, glosamos a uno de los escritores más significativos que nos ha brindado el siglo pasado...

NEORREALISMO Y FANTASÍA

Ítalo Giovanni Calvino Mameli nace el 15 de octubre de 1923 en Santiago De Las Vegas, cerca de La Habana (Cuba). Hijo de un ingeniero agrónomo, antes de cumplir los dos años se instala con su familia en la patria paterna, primero en San Remo, luego en Turín -donde transcurre la mayor parte de su infancia. Su madre, Evelina Mameli, tenía una licenciatura en Ciencias Naturales. En 1925, la familia Calvino retorna a San Remo, donde los padres dirigen una estación experimental de floricultura. Luego de dos años, nace su hermano Floriano, quien llegaría a ser geólogo y catedrático de fama internacional.

Al estallar la Segunda Guerra Mundial, Calvino es obligado a interrumpir sus estudios. En 1943, fue llamado a hacer servicio militar para la República Social Italiana. El joven Ítalo deserta y se une a las Brigadas Partisanas Garibaldinas junto con su hermano Floriano. Tres años más tarde publica, gracias a la ayuda de Cesare Pavese, su primera novela, Los Senderos De Los Nidos De Araña, en la que relata su experiencia en la resistencia. Al concluir la guerra, sigue estudios literarios en la Universidad de Turín, obteniendo su licenciatura con una tesis sobre Joseph Conrad. Luego empieza a trabajar para la editorial Einaudi, con la que colaboraría toda su vida.  En 1949, Calvino publica el volumen de cuentos Por Último, El Cuervo. Las dos obras citadas fueron escritas dentro de la estética del neorrealismo italiano -especialmente la primera, que tiene un tono de fábula. De este mismo periodo, y también de temática neorrealista y obrera con influencias visibles de Pavese, es una novela inconclusa que se tendría que haber titulado Los Jóvenes Del Po. Calvino buscaba entonces una literatura objetiva que intentara definir la condición del hombre de su época.

Tras editar algunas antologías de relatos de corte fabulístico, con las cuales se alejaba de la escritura realista de sus inicios, Calvino escribe la trilogía ‘Nuestros Antepasados’, integrada por El Vizconde Demediado (1952), El Barón Rampante (1957) y El Caballero Inexistente (1959) -narraciones fantásticas y poéticas adornadas con elementos maravillosos, en las que se plantea el papel del escritor comprometido políticamente. Esta trilogía marcó un importante giro en su evolución literaria, pues deja de lado sus iniciales inclinaciones neorrealistas y consigue reinventar magistralmente el conte philosophique del siglo XVII. Con un refinado juego de acontecimientos emblemáticos que acercan su estilo a la fábula, en El Vizconde Demediado se propone analizar y denunciar la realidad contemporánea, así como la soledad y el miedo propios de la condición humana. Esta misma problemática continúa en El Barón Rampante y El Caballero Inexistente, obras en las que puso de manifiesto su conciencia de vivir en un mundo en el que se niega la más sencilla individualidad de las personas, reducidas a una serie de comportamientos preestablecidos.

En 1957, profundamente decepcionado por los acontecimientos en Europa Oriental, Calvino abandona el Partido Comunista. En los años que siguieron, su escritura asume una voz propia, peculiar y distintiva. Sus obras principales son Cosmicómicas (1968), Las Ciudades Invisibles (1972) y Si En Una Noche De Invierno Un Viajero (1979). Durante sus últimos años se convirtió en un ávido entusiasta del cine y profesor de renombre, viajando frecuentemente para satisfacer ambas actividades. Calvino fallece en Siena, a consecuencia de una hemorragia cerebral, el 19 de septiembre de 1985.

ENTRE LAS COPAS DE LOS ÁRBOLES

El Barón Rampante es la historia de dos hermanos, Biaggio y Cosimo, pertenecientes a una familia aristocrática en decadencia, que busca imitar el modo de vida de la clase alta. La historia comienza cuando Cosimo decide subirse a los árboles y promete nunca más volver a pisar el suelo, al haber tenido una discusión con su padre por culpa de su hermana Battista -la cual cocinaba con hongos, ratas y otros animales raros. Biaggio empieza a narrar la vida que llevaría su hermano desde que se subió a los árboles hasta su muerte, pues durante su vida en los alturas éste le enviaría cartas y cada vez que lo visitaba le contaba sus aventuras. Cosimo crea su residencia sobre los árboles, consigue alimento cazando animales y fabrica su vestimenta con las pieles de estos mismos, viviendo intensas aventuras al observar todo lo que sucedía en la villa.

Desde las primeras líneas de El Barón Rampante, queda muy en claro el carácter de este personaje impulsivo, de voluntad férrea y sugerentemente adorable (virtud que se revelará con el transcurso de la trama). Calvino ha construido esta fábula tan cautivante develando la ubicación geográfica, los títulos nobiliarios de la familia y a quien pertenece la voz del relato: el personaje de Biaggio -un hermano de carácter dócil y moderado. El autor nos narra la vida, durante más de cincuenta años, de un hombre que, siendo niño, toma una decisión definitiva: encaramarse en las copas de los árboles y no bajar jamás.

Sin embargo, lo realmente memorable de esta parábola es que, a diferencia del Buen Salvaje rousseauniano o del Tarzán de Burroughs, Cosimo permanece completamente integrado en su sociedad, en su comunidad. La población aprende a aceptar las excentricidades del joven barón, que no deja de ser el mismo que organiza un servicio de extinción de incendio y que introduce en la región los saberes enciclopédicos y la francmasonería. Desde sus cúspides arbóreas, Cosimo se asea, caza, ama, lee, diserta y permanece socialmente integrado. Éste es el gran aporte de la novela, que crea un arquetipo nuevo en una época en la que todos los paradigmas parecían estar ya creados: el del rebelde activo, que desde su supuesto aislamiento lucha por el crecimiento de sus semejantes. Un verdadero trasunto de las ideas políticas de Calvino.

El futuro barón de Rondò es un revolucionario, un hombre de visión extraordinaria, sorprendente e innovadora. Es que vivir entre los árboles supone una ventaja de perspectiva: se observan con profundidad los males y las bondades del statu quo, y se intuyen con mayor facilidad las soluciones. Calvino nos invita a abandonar la óptica tradicional y los complejos, y a adentrarnos sin remilgos en nuevos caminos que conduzcan a una vida más provechosa. Muchos opinan que Cosimo representa para Calvino su  propia evolución   como    ser    humano.   Como    ya   se   dijo, Ítalo -profundamente turbado por la invasión de Hungría a manos de la U.R.S.S- abandona la militancia activa en el Partido Comunista y se aleja de sus postulados, algo parecido a lo que realiza Cosimo a lo largo de la novela; sólo que las creencias de su personaje no son tan claras en un inicio y varían conforme pasan los años. El formato elegido (un disfraz de comedia ligera) refuerza aún más su mensaje, alejándolo de fórmulas más densas y menos eficaces.


El Barón Rampante ofrece una visión simplemente perfecta de la historia de la aún inexistente nación italiana, desde mediados del siglo XVIII hasta la década de 1820. Un compendio de la formación de su espíritu nacional utilizando como hilo conductor al personaje de Cosimo. Incluso se permite el lujo de crear un fabuloso encuentro entre Cosimo y Napoleón Bonaparte. Esta candorosa novela es un pequeño milagro narrativo, una novela en la que nada sobra ni falta; es menos escueta que las otras dos novelas cortas que integran la trilogía, y tiene un final apoteósico y coherente.

RETRATO DE LA SOCIEDAD

Con una narración muy cercana al realismo mágico, Calvino describe magistralmente todos sus personajes y grupos sociales, desgajando uno a uno sus defectos y virtudes. Cosimo enfoca su lupa sobre el mundo bajo los árboles, utilizando la altura desde la que observa una realidad de imposturas e injusticias propias de una sociedad jerarquizada y llena de complejos. Todo pasa por la mirada crítica de Calvino: la nobleza, los villanos, el clero, los militares, los criminales... Pero esta crítica se viste siempre de diversión y un tono intranscendente de aventura y fantasía que oculta intenciones más profundas y precisas. La óptica de Calvino es afilada y no admite concesiones; se comporta con sus personajes sin dobleces y de manera lógica. Una vez Cosimo decide vivir entre los árboles, todos los acontecimientos que suceden en su vida parecen perfectamente legitimados por el carácter de un hombre extraordinario, aunque para el resto de habitantes de Ombrosa provengan de su locura.

Calvino transparenta el desenlace de su novela, pero aún así el lector se ve obligado a continuar leyendo hasta el final, que es lo menos importante de esta obra. El autor  emplea la rebeldía de Cosimo para denunciar lo absurdo de una sociedad basada en las jerarquías sociales, en guerras continuas entre países e individuos, y en la influencia -a menudo negativa- de las religiones y los convencionalismos. Calvino no deja títere con cabeza, no sólo al usar al rebelde Cosimo, sino a su conformista hermano, que termina comprendiendo las motivaciones del primero y el por qué de sus actos.

Es difícil precisar cuál puede ser el defecto de El Barón Rampante, si es que tiene alguno. Tal vez, que ya nunca se podrá volver a leerlo por primera vez, sentir esa sensación de que, al igual que Cosimo allá en lo alto, cada hoja es un mundo por descubrir, un terreno sin vuelta posible en el largo e intrincado camino hacia la madurez. Una novela de juventud e iniciación, y una magnífica reivindicación de la utopía, la rebeldía, la imaginación y el inconformismo como verdaderos motores del mundo. Un libro de cabecera, de los que uno puede redescubrir una y otra vez a lo largo de la vida, porque siempre ofrecerá algo nuevo al lector.

El Barón Rampante es una novela muy recomendable para aquellos que no desean dejarse atar por formulismos, ni en el ámbito social ni en el literario; amena por su forma y potente por su contenido. Su crítica va más allá de la época que pretende recrear y de aquella en la que fue escrita, un clásico del siglo XX que puede ser disfrutado a toda edad, una lección en palabras de lo que puede significar la rebeldía cuando obedece a propósitos saludables y esclarecedores.

El valor de ser consecuente le concede a la persona autoridad y autonomía ante sus gustos e intenciones, iniciativa para proponerse alcanzar metas ambiciosas, carácter estable y sinceridad a toda prueba; lo que le hace llevar una vida coherente con su voluntad. El deseo de superación siempre será bien visto, pero con relativa frecuencia perdemos tiempo en querer ser lo que no somos. Es por eso que la autenticidad brinda a la persona una confianza natural, pues con el paso del tiempo ha aprendido a cumplir con sus deberes en el estudio, la familia y el trabajo; procurando perfeccionar el ejercicio de estas labores, superando la apatía y la superficialidad, para finalmente ser coronada por su valentía y respeto.

Jorge Antonio Buckingham


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1 comentarios:

Renart dijo...

Magnifica reseña

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