SEBADOH: MENOS ES MÁS (Y ES TODO LO QUE NECESITAS)

16 de agosto de 2011

 

III
(Homestead, 1991)

Sebadoh-08 
(Espero no establecer una comparación gratuita, y tengo la aspiración de cerrar bien la idea, así que me mando nomás.)

Si fuéramos estrictos con nosotros mismos, tendríamos que detestar a Nirvana más de lo que lo llegó a hacer Cobain antes de dispararse en abril del ‘94. Y la razón sería la de no terminar lo que comenzó. Es cierto que, al menos por un breve periodo de tiempo, su grupo y su música ayudaron a expeler de la FM a tanta banda de pelo laqueado y rock tan rimbombante como insulso -es decir, música que no nos decía nada. Pero luego se llevó a la tumba la fama que hubiera ayudado a jalar la atención hacia toda la pléyade de músicos que también cimentaron rutas por las cuales muchos luego gastarían sus suelas.
 
Sebadoh-02
 
III es el primer largo de Sebadoh, luego de algunos EPs. Para muchos, es la segunda venida de Cristo en redondo. Fue un detonante. Fue el hecho de coger tu casetera y grabar tus canciones, así suenen hasta las huevas -pero eran tuyas, te expresaban, decían algo sobre ti. Te mostraban al mundo. Te daban un lugar en él. Esto era indie rock. Lo alternativo al rock alternativo que se grababa con un presupuesto de casi un cuarto de millón de dólares.
 
Cobain se suicida porque también sintió en algún momento lo suyo como algo rimbombante e insulso. Que no lo era, porque sus canciones funcionaban igual si es que hubiesen sido grabadas en una four-track, y aquí es donde Lou Barlow, Eric Gaffney y Jason Loewenstein triunfan. En su estética. A la primera escucha, las 23 canciones (¡veintitrés!) parecen sucias, inacabadas, inconclusas, casi demos (respaldadas por una portada que redondea esa impresión). Pero es innegable que son tocadas con la convicción de ser una declaración valiente.
 
Sebadoh-03
 
Sebadoh comienza con una historia de encuentros y desencuentros que podría guionizarse dignamente en una telenovela. Originalmente, era la banda de Gaffney, a la cual llega Barlow luego de la separación de Dinosaur Jr. (que se vuelve a juntar al poco rato de que él se quitara -o lo botaran, no sé bien). Al llegar Loewenstein, chibolazo, graban su primer cassette en el garaje de los viejos de Gaffney, y luego de varias cintas, llegan al III, con Barrow en guitarra, Gaffney en bajo y Loewenstein en la teba.
 
Sus aportes particulares definieron el espíritu del indie norteamericano, sellándolo con fuego. Esta veintena de canciones oscila entre el abandono acústico de Barlow por temas de corte cuasi lastimero, Gaffney dice presente con collages de ruido explosivo, mientras que Jason Loewenstein mantiene su bajo perfil con algunas irrupciones en la batería, siempre marcando, siempre firme. Welcome, lo-fi.
 
 
Estos desprolijos incursionan en la escena de los noventas con nombre propio y la autoridad suficiente para dejar en claro que éste era su modus vivendi (además del apoyo estratégico de otros notables como Pavement). Pero más allá de pretender reflejar un estilo de vida desordenado y casi indeseable, si miramos bien, hay un hilo conductor, que no es otro que un Barlow enamorado, y que no tenía vergüenza de demostrarlo (“Kath”). Y éste también es un punto de divergencia con el trío de Seattle: no se reniega de la vida, de lo que no puedes obtener de ella. No, Barlow no tiene miedo en afrontar ese sentimiento, sino que le canta a él (“Truly Great Thing”) y, claro está, a todo lo que pasa en su vida durante esa época (drogas -“Smoke A Bowl”-, política -ya estamos en la Guerra del Golfo-, sus depres, qué sé yo). No hace un disco conceptual, no lo divide en 2 discos opuestos como el sol y la luna. No, qué va. Mete todo lo que puede, canta en todos los registros que maneja (básicamente, debatiéndose entre susurros y gritos), y nunca suelta su acústica ni su identidad. No importa si no suena “bien”. No importa si dura un minuto o cuatro y medio. Qué más indie que esto.
 
 
Ahora bien, no todo es digerible, don’t believe the hype. Y tal vez, no todo sea sobre “algo” (quizás intencionalmente). Pasada la primera media hora, III se sumerge en cierta densidad que requiere mucha voluntad superar. Fuera de eso, de francos coqueteos con el country y el folk, se dan tiempo para hacer un cover de The Minutemen (“Sickles And Hammers”) y para firmar un buen puñado de composiciones memorables. Creo que de haber salido este disco hace 10 años, no sería disfrutado (es decir, no estaría en ningún Top-algo de ningún blog) por la generación mp3. No hay una canción símbolo, no hay un track que englobe el resto. No hay un “Smell Like...” que te empuje a bajarte las 22 restantes. Sin embargo, su arranque con “The Freed Pig” y el fabuloso cierre en clave drone de “As The World Dies The Eyes Of God Grow Bigger” (obra de Gaffney, en muchos ácidos o quién sabe qué en ese momento, seguramente) pagan el viaje.
 
 
 
III es un título correctísimo. Los 3 integrantes son más compositores que meros ejecutores que musicalizan los desvaríos de una figura excluyente. Aquí no hay comparsas, sino complementos. Quizás las entregas más bizarras provengan de Gaffney (“Violet Execution”, “Limb By Limb”, “Supernatural Force”). No niego que hay un ánimo de autoparodia bastante marcado, pero también respeto la madurez que se respira en la hora de música del disco. Son 3 tipos con sus propios rollos, pero el hilo no se rompe. Todo esto, grabando en cassettes... Olvídate, Garage Band no saca grupos así. En la vida.
 
Cristhian Manzanares

ESCUCHA EL III AQUÍ

ENLACES RECOMENDADOS

http://www.sebadoh.com/ (en Sebadoh.com).

http://es.wikipedia.org/wiki/Sebadoh (en Wikipedia).

http://www.discogs.com/artist/Sebadoh (en Discogs).

http://nocreastodoloqueescuchas.blogspot.com/2011/04/sebadoh-pioneros-del-lo-fi.html (en Música: No Creas Todo Lo Que Escuchas).

http://www.zonaindie.com.ar/domino-relanza-iii-de-sebadoh (en Zona Indie).

http://archivospueriles.blogspot.com/2006/12/sebadoh-iii.html (en Archivos Pueriles).

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