ARCADE FIRE: LA BANDA DE LA FURIA

8 de mayo de 2011

 

Funeral                                                                                                                               (Merge/Rough Trade, 2004)

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No sabría definir exactamente a la generación de los 2000s en una palabra. No creo que una letra, como la que estigmatizó los 90s, fuera suficiente indicador de algún tipo de comportamiento peculiar en ellos. No obstante, nunca se me ocurre imaginarme a un representante suyo como particularmente efusivo -o mejor/peor aún, optimista.

Para cuando se acababa la primera mitad de los 2000s, me encontraba en un punto de saturación con casi todo: con la facultad, con mis amigos, con mis relaciones personales/familiares, con el ocio, e incluso con la música. Y eso dio paso a un sentimiento no de abandono, pero sí de completa y absoluta desidia. Durante ese 2004, sin embargo, y a pesar de que a mi edad ya me sentía viejo, ver que la tecnología fomentaba el encuentro con una juventud a la que el acceso a la música le proveía de su (no sé qué tan calculado) eclecticismo, me sumió en la necesidad de obtener algo diferente para mí. Esto podría resultar contradictorio teniendo en cuenta mi por-esas-épocas contundente rechazo a la predisposición hacia cualquier suceso de esta nueva prole. A mí no me gustaba (ni me gusta) lo nuevo per se, me gustaba porque sonaba bien, y ya. Sorprendentemente, para diciembre de ese mismo 2004, todas las voces tuvimos que coincidir en algo: uno de los mejores discos (sino el mejor) del año había sido parido en Canadá.

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¿Qué era aquello que mis apáticos oídos veinteañeros estaban escuchando? ¿Qué es eso que suena a celebración, a euforia, a pasión? ¿Por qué esa catarsis musical me resultaba tan empática de golpe? ¿Por qué esa demostración de vida me resultaba contagiante, en vez de provocarme gratuito rechazo, como todo lo “novedoso” que veía pasar delante de mí en aquellos días? Ganas. Asumo que es eso. Ahora, a la distancia, me convenzo de que el primer disco de la pareja Win Butler y Regine Chassagne se insufló de eso que a muchos, muchas veces, se nos pasa por delante sin darnos cuenta: de vida. Y de ganas de vivirla. De darle la vuelta a la inercia, a la pesadumbre.

Funeral es la efusividad hecha rock. Nutre su energía de esa sensación humana de demostrar que hay sangre caliente en ti. En las notas internas del álbum se puede leer: “When family members kept dying (the band) realized that they should call their record Funeral”. Dos familiares cercanos a Butler, a Chassagne y a otros miembros de la banda fallecieron durante las sesiones de grabación. Y aquí es donde debo confesar que, a pesar del morbo, tal pedazo de información me empujó a acercarme al disco. Porque quería sentir esa experiencia. Quería saber qué se le puede arrancar a la muerte de un pariente para impregnarlo en tu música. Y porque me hincaba la curiosidad de escuchar cómo el dolor puede doler aún más, y sentirse bien así.


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Funeral resultó siendo un triunfo como experiencia auditiva, no porque me dio lo que esperaba como oyente necrofílico, sino porque -por primera vez en mucho tiempo- me deslizó la idea de que el optimismo no es tan malo como parece. Los elementos para abandonarse a la depresión están ahí, desde la estética de esquela mortuoria del esférico hasta la vocalización descarnada de Win, y los coros destemplados de Regine. Pero no. Funeral es exultante en algarabía, al mismo tiempo que apasionante en remarcar su condición inconfundible de humanidad. Esa inyección de vitalidad avasalladora no te deja entero.

El apartado de esta actitud frente al día a día no significaría mucho si no tuviese el respaldo de una banda que ejecuta eufóricamente cada canción incluida. Ya en épocas de dominio indie rock en los espacios virtuales, las canciones de AF son ideales para tribunas repletas en estadios copados por enfervorizados solitarios que quieren espetarle al mundo que ellos también viven en él. No es que lo interpretado por el combo canadiense te brinde nada más que alegrías, no va por ahí el asunto. Es el cómo lo que resulta contundentemente inapelable.


Butler y compañía reducen su universo a un vecindario, y la empatía es inmediata. Porque resulta que, cuando vivías más feliz que en esos días donde no te sientes bien del todo, eran precisamente días en donde tu barrio era lo mejor que te podía pasar. Tu casa, tus viejos, tu vecino, tu pata del frente, tu cuadra. Ese ámbito infantil ahora es repasado desde una relectura adulta, con millas a cuestas, con nostalgia -pero su evocación sólo funciona como catapulta hacia lo que venga, en apariencia mejor. Con ganas de que lo sea, al menos. Eso ya es bastante, comparado con la estúpida actitud de sentarse, ser y esperar. Una furibunda bofetada al aburrimiento autoimpuesto.

Tomando apuntes de lo enseñado por David Byrne (influencia manifiesta en la voz de Butler), valiéndose de acordeones, xilófonos, arpas y de la riqueza expresiva de cuanto instrumento de cuerdas sepa extraer sonidos; Arcade Fire nos somete tanto a pasajes de oscuridad como a otros pletóricos en ráfagas de vibración y frenesí. Pero no son canciones con una bipolaridad marcada a lo quiet/loud de tu banda post rock instrumental favorita, sino que dentro de la teatralidad en la que las envuelven, uno puede sentir genuinamente esa extraña sensación de querer reír y llorar al mismo tiempo en una misma canción. Un estado entre catártico y atónito que palpita desde el primer track. “Neighborhood #1 (Tunnels)” es una escalada emocional que tiene su recompensa espiritual en las frases finales de Butler: “Purify The Colors, Purify My Mind/And Spread The Ashes Of The Colors Over This Heart Of Mine”. Las proporciones bíblicas de semejante afirmación (purificar una materia volviéndola cenizas y tirarlas hacia alguna parte), su inconfundible referencia crematoria, apela a la gracia que se adquiere tras las satisfacción espiritual, con el hecho de llegar al otro lado, de la vida después de la muerte. Después de todo, el fin del optimismo no es otro que salir del mal estado en que uno se encuentra para pasar a otro de bienestar.


Pero ese llamamiento a las armas del gozo espiritual y de las almas en pie de lucha se expande por todo el disco. “Wake Up” es la mejor canción que nunca escribió David Bowie en la última década. “If The Children Don’t Grow Up/Our Bodies Get Bigger/But Our Hearts Get Torn Up/We’re Just A Million Little God’s In Rainstorm/Turning Every Good Thing To Rust/I Guess We’ll Just Have To Adjust”. Los de Montreal nos cantan sobre esa vicisitud de ser adolescente casi adulto, realzando la grandiosidad que se encubre en la intimidad, y por eso este disco aún no ha sido superado por sus dos posteriores entregas (al menos en el apartado emocional). Son esos temas de inhibición y aislamiento los que te enganchan, al menos a mí me llevaron de la mano hasta la ultimísima “In The Backseat”, y jamás los solté.


El jugo surtido emocional que significó Funeral para este escriba se agradece por el remezón brutal que apuntó directo a mi corazón. Canciones como “Rebellion (Lies)” y “Neighborhood #3 (Power’s Out)”, que te samaquean ni bien empiezan, ya son clásicos de una década en donde la falsa (y a veces la falta de) pretensión se asomaba con asiduidad: “The Power’s Out In The Heart Of Man/Take It From Your Heart/Put It In Your Hand”. Mentiría si afirmo que Funeral me hizo recobrar la fe en la humanidad. No, para nada. Pero sí le agradezco prender la chispa necesaria que me acicateó a sacar fuerzas de no sé dónde para ver dentro de mí y decirme: “hay algo aquí dentro que debe salir”. E inmediatamente después abrir la puerta de la calle y gritar ese arranque de “Wake Up” con la fuerza de 200 peatones, hasta que se me destroce la garganta. El Arcade Fire que se sumergió a grabar el Funeral es la orquesta perfecta para que las lágrimas de cualquier desazón se tornen en llanto de felicidad.


Cristhian Manzanares


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ENLACES RECOMENDADOS
http://es.wikipedia.org/wiki/Arcade_Fire#Funeral (en Wikipedia).

http://rock.soniquo.com/arcade-fire-los-inicios-de-su-carrera-musical-3073 (en Soniquo.com).

http://lagrandezadelosvicios.blogspot.com/2010/02/mi-musica-arcade-fire-funeral.html (en La Grandeza De Los Vicios).

http://leclubmusica.blogspot.com/2011/04/arcade-fire-funeral.html (en Le Club).

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